O cinco pies al carnero. No se trata ni de animales, ni pies, ni frutas y verduras. Es sabido que de donde no hay, no se puede sacar o..¿si? Quizás rascando un poco si que se puede encontrar algo, pero cuidado, puede ser algo que no nos guste.

Cuando te acostumbras a tener la sartén por el mango, todo es mucho más fácil, previsible y claro está, controlable. Somos las reinas o reyes del mambo y pensamos que siempre va a ser así, hasta que el día menos pensado nos equivocamos de sartén, se gira la tortilla y no la podemos cocinar bien. Nos maldecimos por el error, pero sabemos que es tarde, la tortilla se quema, el aceite se quema, solo queda humo, restos negros y una herida que costará cicatrizar, por mucho betadine que le pongas.
Es momento de reflexionar, pensar en lo que ha pasado y limpiarlo todo para que no queden restos. Así de fácil nos parece erradicar algo que hemos cocinado mal, se puede aplicar a otros ámbitos de la vida? No hay respuesta rápida.
Me alegro de que existan personas que posean pocas habilidades de empatía y muchas de utilizar a los demás. Sin duda, yo les daría una palmadita en la espalda, hasta le cantaría y nunca me cansaría de decir: "¡olé tú!".
Es bien sabido que no te puedes ni fiar de tu propia sombra, que los mejores trapos de cocina te los roba la vecina, y que también se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
A árbol caído, todo son piedras.
Zagala.